Se cuenta que una vez en la Scala de Milán tuvieron que cancelar varias representaciones porque se produjo un brote de una infección viral entre el elenco. Por lo visto era una representación en la que los cantantes se besaban y tocaban bastante lo que facilitaba la transmisión de la enfermedad.
Sea un mito o una realidad lo cierto es que esta historia recorre los teatros de ópera del mundo sobre todo en aquellas representaciones en las que la historia y el montaje supone un contacto muy estrecho entre los cantantes. Y es que sustituir a un profesional puede ser más o menos fácil. Se puede conseguir, como recientemente ha pasado en el Teatro Real en Don Carlo en el que el Francesco Meli ha sido sustituido por Marcelo Puente. O como la sustitución del tenor Jonas Kauffman en la ópera Los maestros cantores de Nuremberg en el Festival de Ópera de Munich. Pero conseguir recambio para la mayor parte del elenco en un corto y para un corto espacio de tiempo, eso ya es más difícil.
Esta historia viene a colación en un momento en que se va a comenzar la campaña de vacunación frente a la gripe tanto en España como en muchos países del hemisferio norte. La gripe es una enfermedad que la mayoría de la población considera banal. Algo que se trata con unos antitérmicos o antigripales, sopitas y que en algunos casos necesita unos días de reposo en casa. Pero lo cierto es que esta infección sigue causando muchas complicaciones y alta mortalidad sobre todo en las personas que tienen alguna patología crónica, en embarazadas y en las personas mayores de 65 años.
Fuera de esos colectivos, también son objeto de dicha vacunación algunos profesionales. Sobre todo los sanitarios porque están más expuestos. Si una persona con gripe va a las consultas o urgencias no pueden dejar de atenderlos. Además de que el personal sanitario asiste a pacientes enfermos o vulnerables, para los que la gripe es un riesgo, por lo que dichos profesionales deberían vacunarse para evitar la transmisión a sus pacientes.
A este colectivo se le suele sumar protección civil (p.e.: policía o bomberos) pues es un servicio que siempre debe estar operativo al 100% por si hubiese una emergencia. Así como también se suele recomendar la vacunación a todas aquellas personas que tengan contacto frecuente con el público como pueden ser recepcionistas o camareros, para protegerse frente a la infección pero, también, para evitar transmitírsela a los clientes.
Es importante saber que el virus de la gripe se transmite por las secreciones. Se encuentra en esas gotitas que salen con los estornudos o con las toses que llegarán a las superficies donde se quedarán. No se sabe muy bien durante cuanto tiempo, lo cierto es que si se tocan y luego con esa mano tocamos la comida que luego vamos a ingerir o los ojos, se tiene mucha probabilidad de tener la enfermedad. También, las manos contaminadas, contaminarán todas aquellas superficies que toquen.
De ahí, que a la población general, en la que a día de hoy no está indicado vacunarse de forma masiva, lo que se recomiendan son medidas higiénicas para evitar la transmisión de la gripe y para no cogérsela. La primera, el aislamiento de la persona con gripe, el que se quede en su casa donde también debe tomar precauciones para no transmitírsela al resto personas con las que conviva. La segunda, lavarse las manos sobre todo cuando se va a comer, pues nunca se sabe si se ha tocado superficies contaminadas. Igual que tienen que hacerlo las personas con gripe antes de tocar cualquier superficie para no contaminarla, sobre todo si se ponen la mano en la boca cuando han tosido. Por eso, desde hace unos años, hay tantos videos en YouTube enseñando a lavarse las manos, pues no es una técnica simple y lleva su tiempo.
Como son las manos contaminadas las que facilitan la transmisión de la enfermedad hay que lavárselas antes de comer y antes de hacer actividades que toquen algunas partes del cuerpo, como por ejemplo, colocarse unas lentillas. Así como evitar dar la mano si se está acatarrado, y se ha tosido sobre ellas, o tocar mandos y otras cosas que vayan a tocar otras personas. Y, en el caso de que no sea posible lavárselas, recurrir a los geles antisépticos que fueron introducidos de forma masiva cuando se sospechó que podría haber una epidemia de gripe A.
Después de todo lo anterior ¿cuál sería la recomendación para actores y actrices? Sin duda alguna la vacunación es muy recomendable para todos aquellos que son grupo de riesgo de tener complicaciones si enferman de gripe (personas con patologías crónicas, embarazadas y mayores de 65 años) excepto en aquellos casos que esté contraindicada como por ejemplo, en los alérgicos a alguno de los componentes de las vacunas. Sin embargo, podría haber dudas de si para el resto de situaciones hay que considerarlos como población general o trabajadores en riesgo.
Se podría pensar en la interpretación como una profesión de contacto. Al ser una representación de la realidad, los actores tocan objetos tocados por otros, se abraza a otras personas, se les da la mano, se puede llegar a compartir comida o cubiertos que se llevan a la boca, beber del mismo vaso o besarse. Incluso otras muy variadas y distintas acciones si se habla de teatro contemporáneo o performativo. Situaciones que en épocas de gripe pueden facilitar la transmisión de la enfermedad y no todas ellas evitables con el lavado de manos al salir de la escena o cuando se vaya a comer.
Por otro lado, trabajar con gripe no es nada agradable ni bueno para el espectáculo, aunque muchas veces se hace y se cuenta con heroicidad o se reconoce el esfuerzo. Si a eso se añade que la cancelación de un bolo o una representación tiene un alto impacto económico en la vida de muchos actores y actrices (que van a taquilla con sus propias producciones o que no cobran si no trabajan) parece recomendable vacunarse todos los años. No digamos ya si se mira desde el punto de vista empresarial lo que puede costar cancelar un espectáculo, como puede ser cualquier producción de la Scala de Milán o del Teatro Real, o un día de rodaje de una gran producción.
En cualquier caso, la vacunación no impedirá que haya que seguir lavándose las manos, para evitar la transmisión de gripes y de otras muchas enfermedades. Por un lado, existe un pequeño porcentaje de personas que no responden a la vacuna y, por tanto, no desarrollan anticuerpos, defensas, y pueden adquirir la enfermedad. Por otro, hay muchos virus distintos de los de la gripe pero que se transmiten de la misma manera y producen los mismos síntomas, frente a los que no protege la vacuna de la gripe pero sí el lavado de manos.
Por último, recordar que la vacunación es voluntaria. Nadie puede obligar a otra persona a vacunarse. Las empresas, pueden ofrecerlas a todos sus empleados dentro de sus políticas preventivas o de salud. Muchas empresas lo hacen, con el objetivo de reducir la transmisión de la enfermedad entre sus plantillas y de los consiguientes días de baja médica. Incluso los representantes sindicales pueden estar de acuerdo con esa política y haber negociado su administración en la empresa a todas las personas que la quieran. Pero la decisión de ponérsela es individual, siempre y cuando no existan contraindicaciones. En este caso, la ley ampara a los individuos. Y si se tienen dudas, lo mejor es hablar con tu médico y aclararlas para poder tomar la mejor decisión.